sábado, 17 de noviembre de 2012

Brevísima introducción al cine de Wes Anderson

No es para nada difícil encasillar una película de Michael Bay porque, vamos, es acción y efectos especiales con una profundidad equivalente a una novela de Isabel Allende. O sea, no digo que sean un director y una escritora terribles, pero si Bay se decidiera a escribir probablemente pondría en todos sus libros chamanes y pigmeos, y Allende utilizaría a Shia LaBeouf para todos sus papeles principales.

Pero existe otro tipo de cine que roza lo inclasificable y juega con lo incasillable, o sea, hace incapié en lo indefinible. O definible, pero con un poco más de esfuerzo. Uno de los mejores ejemplos de esto es Wes Anderson.

Si bien se le puede inculcar el horroroso término acuñado por su servidor "comidrama" o "dramedia", que determina la mezcla entre drama y comedia, es injusto para las producciones que este director realiza. En todas ellas hay mucho humor, mucha extrañeza, relaciones humanas que parecen imposibles, personajes definidos de una manera casi obsesiva, y también mucho del tedio de lo cotidiano.

Con seis largometrajes y dos cortos en su haber: Bottle Rocket (1994)Hotel Chevalier (2007)se transformó en uno de mis directores preferidos, y no hay una sola cosa que haya producido que no sea totalmente recomendable, cada película con sus características individuales y con el sello que le da Anderson a toda su obra.

Por lo pronto si quieren empezar con algo, es probable que la mejor elección sea The Royal Tenenbaums (2001), que si bien no me parece su mejor película (y que no guarda relación alguna con el periodista de TN), es la más accesible en todo sentido. Aparte cuenta con las exquisitas actuaciones de su actor fetiche Bill Murray, los hermanos Wilson (usuales colaboradores), Ben Stiller, Anjelica Huston y Gene Hackman, entre varios otros.

Más adelante seguramente hablaré de sus otras producciones, mientras tanto, vean y vuelvan a ver ésta. Y ésta, también.

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