sábado, 12 de octubre de 2013

Midnight Cowboy (1969)

Con: Jon Voight y Dustin Hoffman.

Dirigida por: John Schlesinger.

Único film con la clasificación X en ganar el Oscar en la categoría principal.

El papá de Angelina Jolie, a pesar de ser un neoyorquino de pura cepa, pinta a un ingenuo texano bien pueblerino al cual no le llega demasiada agua al tanque  y que se cree de verdad un vaquero, pero que viaja a New York con el único fin de ejercer de gigoló y voltearse señoras paquetas de arriba para abajo utilizando como anzuelo la estúpida excusa de preguntar adónde queda la Estatua de la Libertad (escena parodiada exquisitamente por Sacha Baron Cohen en Borat).

A sólo dos años de saltar a la fama mundial con The Graduate (1967), Hoffman nos regala al rengo más roñoso, punga y miserable del que hayamos sido testigos en la pantalla. Es decir, el tipo podría haberse quedado a dormir en los laureles y exprimir al máximo el mismo papel, pero en cambio decidió dar vida a este mugriento estafador que no tiene literalmente donde caerse muerto. Creo que eso es muy meritorio. Me pasa lo mismo con De Niro, me parece algo admirable que puedan hacer personajes tan disímiles y en tan poco tiempo entre película y película. Después de todo, eso define a los buenos actores.

Tiene muchas grandes escenas, pero hay una, sólo una que es casi imperceptible pero que me pareció perfectamente ejecutada: en un determinado momento, el rengo le tiene que robar el papel de un pagaré perteneciente a una "casa de escorts" a un tipo con guita. Entonces le dice que tiene algo en el hombro, cuando el tipo se da vuelta para mirar se lo manotea del bolsillo con un movimiento muy gracioso y después le pide una moneda para la birra, al mismo tiempo que el tipo se sube a un taxi. Como le dice que no, le pega una patada al auto y lo putea a los cuatro vientos en italiano. Todo eso sucede en un par de segundos y en una única toma sin cortes. Quizás lo conté para la mierda, pero les pido que vean atentamente esta escena pelotuda pero tan bien filmada y dirigida. Eso es cine puro.

Para ir redondeando un poco, hay que decir que resulta increíble la química entre estos dos monstruos que nos hacen cagar de risa (la fantasía de Rico en Miami) y emocionar varias veces en este claro exponente del cine medio psicodélico de finales de los sesenta. Le aseguro que la canción Everybody's Talkin'  se le va a quedar pegada un par de días seguidos. No se preocupe, después se le pasa y sino, consulte a algún profesional.

Imprescindible film para tener en su repisa y ver cada tanto. Nos vemos esta noche, si alguno de ustedes va a ver a Dolina al Le Parc.

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