domingo, 3 de noviembre de 2013

Volveré y seré facturas

Vamos a morir, todos, y seremos zombies en una película de Romero. Ya no vamos a poder usar el joystick inalámbrico, correr el colectivo o comprar facturas en Dünken (son las tres únicas actividades universales que se me ocurren). Las personas que querían morir mirando alguna película en el cine van a ver su sueño truncado, porque en cualquier momento prohíben todo eso. Por suerte yo desde chiquito quiero ser como el Unabomber y nada me va a impedir cumplir con esa fantasía.

¿Qué hacer, entonces, en este tiempo aciago, para pasar el rato? Observar qué es lo que el cine nos enseña cerca de la muerte y de la vida, claro está. El cine, ese universo aparte, puede bien ser resumido a unas pocas obras particulares que hablan de temas generales. Ahora que todo se acaba, ¿qué aprendimos acerca de la vida mirando cine? En la entrega de hoy, posiblemente la única, Rambo.

  • Por qué Rambo nos revela el sentido de la vida
Ya lo escribió Shakespeare en Macbeth: '-La vida [...] es un cuento contado por un idiota, lleno de sonido y de furia, que no significa nada.-' Cualquiera que haya visto Rambo se da cuenta de que no hay película que represente de manera más acabada esa frase. Un idiota al servicio de un gobierno igualmente idiota se embarca en una aventura idiota y mata a muchas pobres personas que nada tienen que ver con su misión. Todas sus batallas están llenas de sonido y de algo parecido a la furia, porque la verdad que su cara representa tanto furia como una fuerte constipación con hemorroides incluídas.

Si hay alguna lección que aprender en esta película, sería la misma lección que se aprende de la vida. Es triste, pero se me viene a la cabeza la idea de no haber aprendido nada después de mirar Rambo, ninguna de las cuatro de la saga. Ni siquiera en la que ya está re viejo y cría serpientes en Tailandia. Puede ser que haya descubierto que ametralladoras de gran calibre + poca distancia al blanco = diversión, pero eso dificílmente sea una moraleja.

De toda esta tortuosa experiencia saco que no hay nada que aprender de la vida, que la misma no significa nada, y que Shakespeare es lo mismo que Rambo.

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