Los coreanos (además de generar odiosos hits veraniegos), hacen un cine extraño y fantástico, que abarca todo el espectro de géneros con realizaciones muy logradas, pero se destacan en los dramas, que generalmente tienen algún transfondo filosófico más o menos oculto detrás de la trama. Quizá está mal generalizar, pero ya lo hice así que no molesten.
Peppermint Candy (1999) Traducida pésimamente como Caramelo de Menta, es una de las tres películas más o menos conocidas cuya evolución temporal está invertida (si me acordara pondría el nombre técnico del fenómeno, pero tengo las neuronas medio traspapeladas).

Comienza, como es de imaginar, con el suicidio del personaje principal. El resto es un arduo camino a través de la vida del infeliz, mostrándolo en sus mejores y peores momentos, o como diría Ignatius Reilly: 'en los ciclos positivos y negativos de la fortuna'. Descubrir qué lo lleva a ultimarse es casi como darse cuenta de que la vida es una mierda, lo que tampoco es una novedad, pero está bueno hacerlo mientras comés pochoclo.
Esta película tiene el dudoso honor de ser la más triste que vi en mi vida, ganándole por poco a otra asiática cuyo nombre no recuerdo, pero que trataba de unos niños cuya madre, un puta descarada, abandonaba, y terminaban en la miseria, enterrando a la hermana más pequeña en una valija cerca del aeropuerto, en una clara metáfora que indicaba que la vida es una mierda.
Time (2006) del más reconocido director Kim Ki-duk (de Spring, Summer, Fall, Winter... and Spring, del 2003), se dedica a explorar en qué radica la humanidad de las personas, o la personalidad de los humanos. Y también algo sobre el paso del tiempo, claro, si no se llamaría Personality, o Humanity.

Calculo que la idea se entiende. Ahora hay que ir a su videoclub amigo más cercano, alquilar las dos orientales películas y deprimirse a pierna suelta. Y de paso hago un llamado a la solidaridad para pedirles si pueden dejar el nombre de la película del funeral de la valija, que se me sigue escapando.
Ya me voy a acordar.
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