sábado, 4 de mayo de 2013

Deus ex machina y otras mentiras

Me encuentro actualmente en época de mucho estudio, pero si están leyendo esto se darán cuenta de que trato de no mermar la cantidad de entradas. Por otra parte, mi reciente adicción al paco y demás drogas duras es probable que influya (?) Además esto tiene menos convocatoria que el canal agropecuario a las tres de la matina, así que no jodamos tampoco.

Pero lo que nos concierne es el cine, en este caso, la parte más desagradable y frustrante del mismo: los clichés.

En toda cinta es de esperar cierto aire familiar producto de incontables situaciones que se repitieron al infinito en las quichicientas películas que se filmaron en toda la historia hasta nuestros días. La gran mayoría de las veces el protagonista se queda con la chica, todos comen perdices y viven felices para siempre, el cable que se corta es el verde y la bomba se para a dos segundos de explotar, y todos los perros van al cielo. Todo eso es lo que cabe esperar, porque la gente va al cine para olvidarse de que la vida es una caravana de penas, miserias y flagelos varios, y de que si en alguna ocasión tenemos que desarmar una bomba, hay como quinientos cablecitos negros. Se los digo con conocimiento de causa.

Pero la suspensión de la incredulidad tiene un límite, y hay situaciones que ya rompen un poquitito las pelotas cada vez que las vemos. Las mismas hacen surgir la pregunta "¿cuánto le habrán pagado a este hijo de puta por escribir algo que un chimpancé endrogado podría haber hecho mejor?". Para identificar todo esto, Rueda de Ginebra presenta, sin más ceremonia que la presente, el Top Five de situaciones que cada vez que aparecen en una película me hacen querer ajusticiar a un guionista.

5- Los malos tienen menos puntería que Stevie Wonder.


Tenés tu fortaleza de la maldad en el ártico, bien custodiada por tu ejército de secuaces, tenés tu plan para conquistar el mundo y tenés a tu archienemigo al acecho, ¿qué hacés? Evidentemente no preparás a tus hombres, porque en todas las películas no tienen absolutamente nada de precisión o tino. En cierto punto hasta es cómico, pero en general es bastante irritante. En Die Hard (1988), por ejemplo, siempre le dejaban un tirito adentro de una pierna o algo así, pero eso es cada vez menos frecuente.
Principal ofensor: Casi cualquier película con un tiroteo.
Cómo debería ser: El personaje principal es muerto por un conserje de limpieza que lleva una pistolita de bolsillo, porque, bueno, es el conserje malvado de una organización malvada de la limpieza.

4- La comedia romántica, toda su estructura de manual. A saber, se conocen, se gustan, pasa algo feo, se dejan de ver, desesperada carrera para que el otro no tome el avión que lo va a llevar a algún lugar lejano y beso fogoso.
Principal ofensor: Todas, absolutamente todas las comedias románticas, e inclusive algún drama de esos que terminan bien.
Cómo debería ser: El tipo se da cuenta de que quiere a la tipa, se va a su edificio, le toca el portero, la mina baja a abrirle, se van al café de la esquina y hablan ahí. Tampoco hay que dejarlos separados, que eso pasa sólo en la vida real. O utilizar la misma estructura pero al revés. Claro que sólo sirve para una película, después las demás son copias.

3- Las películas de terror con finales dobles. O sea, parece que termina la película, el monstruito está muerto, todo joya, pero antes de los títulos se nos indica que no, que el monstruito no estaba muerto, y ahí va otra vez a perseguir a la gente en un par de films más, por decir, y después sí lo matan en la quinta secuela.
Principal ofensor: The Ring (2002), la razón principal es que Samara me da miedito.
Cómo debería ser: Cuando se muere, se muere de viejo, qué es esto, ¿qué le están enseñando a los niños?
2- El malo que detalla todo su plan antes de matar a su némesis, pero éste escapa. Ya lo tiene listo, atado  a una mesa, por lo que los guionistas deben pensar que lo confunde con un psicólogo o un sacerdote, y le cuenta paso a paso toooooooodo lo que planeaba hacer, porque ¿cómo se va a escapar de mi super planeada muerte que en doce horas lo va a dejar duro como caca de robot?
Principal ofensor: La saga de James Bond.
Cómo debería ser: Como en Mission: Impossible III (2006), en dónde nunca nos enteramos qué carajo es el Rabit's Foot. Como en The Departed (2006), donde a los malos y a los buenos se los cargaban sin mucho aspaviento.

1- Todo es casualidad, pero de la buena. Pasa muy seguido en películas sobre concursos  o por lo menos es en las que  se nota más, porque pasa en todos lados, menos en la realidad. Por ejemplo, en Akeelah And The Bee (2006), película cuyo único mérito es haber dado pie a este formidable sketch de Derric Comedy. Las únicas coincidencias que se dan en este mundo es que, por ejemplo, te diagnostican pulmonía el mismo día que se la diagnostican a un vecino, o chocás tu auto contra el de alguien que conocías de la primaria y que resulta que se está acostando con tu señora. Paul Auster en alguno de sus libros pone en boca de un personaje esta frase: "Todo en su novela sucede por el azar". Quizá lo hace para justificar su propia novela, pero también se aplica a este tipo de películas.
Principal ofensor: Muchísimos, pero me viene ahora a la mente Slumdog Millionaire (2008).

Cómo debería ser: Nadie nunca se encuentra con nadie por la calle, ni en ningún evento social, ni tiene extraños accidentes que lo unen con su padre biológico. Todo es vacío y somos átomos apartados de toda trama celeste imposible e improbable.

Listo, ahora, a disfrutar chochos de la vida.

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